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Amanda Bernal en
02 nov 2022

La visión que tenemos de la realidad y las formas de representarla, como a través de imágenes, siempre han dado lugar a grandes debates. Y no me refiero solo al campo de la fotografía o los medios de comunicación, sino también en esferas cotidianas, donde la imagen está tan presente. Una de las razones es que, a través de las imágenes publicadas y comunicadas por diversos medios, damos forma a nuestra visión del mundo. Estas imágenes también nos invitan, de una manera más o menos forzada, a formar una opinión sobre los temas que representan. Sontag, una de las sociólogas e teóricas de la imagen más importantes, señala que las fotografías no dan forma a la opinión pública, pero sí nos ayudan a posicionarnos.

A partir de esta idea, podemos preguntarnos cómo se relaciona nuestra forma de mirar con nuestro entorno. También nos invita a pensar en cómo nuestra experiencia del mundo se convierte en una forma de mirar, y cómo la fotografía se convierte en una forma de reconocer el paisaje y de notarlo y aprender sobre él.

En el otro lado de este proceso, encontramos a quien crea la imagen. La fotografía es siempre un rastro de la persona que genera la imagen. Una fotografía puede ser producida como un documento informativo, para un mercado artístico, como autoexploración o como posicionamiento ideológico, entre otros, pero siempre implica la intimidad creativa del autor. Relacionado con esto, podríamos decir que la vulnerabilidad, entendida como el espacio más emocional y expuesto de una persona, es a menudo la fuerza impulsora de la creación y nos habla de pensamientos, deseos y formas de vida, no solo individuales, sino también comunitarios.

Al recuperar la idea de la huella que las imágenes dejan en nosotros, podemos entender su poder transformador en la sociedad y establecer espacios de reflexión. En este contexto, las nuevas propuestas visuales ocupan una posición importante como una mirada concreta en la definición del mundo, como dice Tarkovski, una imagen no es la representación de la realidad, sino "una concreción" de ella. Por lo tanto, en algunas de las nuevas creaciones, podemos encontrar una propuesta reflexiva sobre cómo nos acercamos a nuestro entorno y la imagen como mediadora entre el mundo y nosotros mismos.

El autor, en este caso, a pesar de que en una primera experiencia fotografió estos eventos en persona, para el presente proyecto propone una construcción con imágenes que, hasta cierto punto, ya han sido capturadas anteriormente. Sin embargo, la figura del fotógrafo sigue siendo esencial para la coherencia y ética con la que se construye el discurso.

Por otro lado, también podemos observar el proyecto "Norden" de la agencia de fotografía OAK Stories, con quienes pude seguir al fotógrafo Guillem Trius durante su tiempo en Noruega. En la imagen de portada de este texto, perteneciente a este proyecto, vemos una fotografía que va más allá de lo puramente documental y sugiere relacionarse con nuestro entorno desde un espacio más íntimo, reflexivo e involucrado. En este sentido, Trius amplifica la capacidad narrativa de la imagen, liberándola de las tradiciones literales para explicar el mundo y llevándola a un lugar de mayor significado.

Hoy en día, también nos encontramos en un contexto donde la tecnología ofrece nuevas herramientas como la inteligencia artificial (IA) y comienza a generar dudas sobre cualquier imagen que podamos ver. Algunos proyectos, como los de Ana Belén Jarrín, Inzajeano Latif y Roope Rainisto, basados en manipulación fotográfica e inteligencia artificial, también proponen realidades posibles, pasadas, presentes o futuras, que nos presentan experiencias alternativas de nuestra estancia en el mundo. ¿De qué nos hablan estos proyectos? ¿Miedos, deseos? ¿Qué buscamos a través de estas imágenes y qué expectativas queremos satisfacer en su visualización? Pero, ¿no podríamos trasladar estas mismas preguntas a creaciones anteriores a la IA? ¿Cómo se relacionan estas nuevas herramientas con manipulaciones anteriores, como las de archivos fotográficos históricos o la prensa documental? Estas y muchas otras preguntas alimentan los debates actuales sobre la creación de imágenes con inteligencia artificial y siguen generando amenazas o inquietudes entre algunos espectadores.

Por todo lo anterior, podemos concebir al fotógrafo como un mediador de nuestra experiencia de la realidad y como alguien que nos ofrece una vista concreta del mundo y nuevas reflexiones. Esta mediación ha estado ocurriendo desde el inicio de la humanidad; las pinturas rupestres también eran una forma de mediar con el mundo exterior. Aun así, la casuística actual introduce un nuevo cambio de paradigma, proponiendo un nuevo estatus posible para el fotógrafo, convirtiéndose en un "creador de contenido visual" y ampliando así las formas de construir la imagen, manteniendo -ya que no es algo nuevo- las implicaciones de mensaje, ideología y posicionamiento inherentes a la imagen creada.

También es interesante darse cuenta de cómo la imagen es un elemento neutral, pero no la intención con la que se toma la fotografía o se crea el contenido visual. En una entrevista con la informante del proyecto Visual Trust, Gaël Morel, comisaria en The Image Centre de Canadá, afirmó: "Las fotografías no dicen nada, nosotros les hacemos decir". Siguiendo este hilo, el teórico de la imagen WJT Mitchell nos recuerda la "estructura paradójica" de la imagen, previamente señalada por Roland Barthes. Argumenta que esta contradicción coincide con una antilógica ética en el momento en que la imagen intenta presentarse como neutral por parte de su creador o comunicador. Según Mitchell, Barthes presenta la coexistencia de dos mensajes en la fotografía, uno "sin código" -la denotación- y el mensaje codificado -la connotación-. En este sentido, el autor señala cómo una connotación o mensaje codificado en una fotografía es una pura denotación. O dicho en la otra dirección, toda imagen que tiene un tratamiento específico en términos de mensaje, retórica o escritura también es una forma fotográfica análoga, sin más carga que un puñado de formas, colores y disposiciones en un soporte. Y es por eso que Mitchell argumenta que "el valor de la fotografía radica precisamente en su libertad de valores (...) su principal connotación o implicación codificada es que es pura denotación, sin código".

Los conceptos de denotación y connotación son realmente intrigantes cuando hablamos de fotografía documental o fotografía que pretende tener un vínculo "creíble o confiable" con la realidad material del mundo. La connotación, por un lado, apunta a las "raíces de la fotografía" e implica "la elección del tema, ángulos e iluminación" (Mitchell 1995). Por otro lado, la denotación está anclada en las "características más legibles textualmente" de una fotografía, interpretada como un rastro, huella o reliquia de un evento.

Por todas estas razones, será no solo interesante, sino esencial seguir descubriendo y reflexionando sobre las formas de representación, sus posibles usos y cómo se integran en el tejido de nuestras sociedades. En este sentido, enfatizar nuestra comprensión de cómo las fotografías están codificadas y descodificadas, sirviendo a una multiplicidad de usos, siempre cambiantes y arraigados en situaciones socio-culturales y políticas específicas. Para ello, será necesario deshacernos de una vez por todas de la supuesta neutralidad de las imágenes, especialmente aquellas que llamamos "documentales" y que a menudo están incrustadas en los medios de comunicación. La imagen debe recibir la libertad que se merece. Solo de esta manera obtendremos todo lo que nos puede dar.

 

BIBLIOGRAFÍA
Mitchell, W. J. T. (1995). Picture theory: Essays on the verbal and visual representation. University of Chicago Press.  
Tarkovsk, Andrei (1996). Esculpir en el tiempo. Libros de Cine, Rialp.  
Part of this article was first published in the online newspaper El Cugatenc: https://www.elcugatenc.cat/opinio/84280/apunts-sobre-com-mirem  

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